Nos dejó el maestro Graciano

JOSE LUIS LÓPEZ (Prensa Bravos de Margarita), abril 8.- Mañana del domingo.... En cuántos domingos a la misma hora de su último aliento, Graciano Ravelo habrá realizado su tarea favorita: formar hombres de bien.
El viejo Graciano se marchaba. En silencio. Sin bulla. Como transcurrió su vida, tallada en la madera de la modestia, pero adornada por las virtudes del trabajo, el amor por el prójimo y una bonhomía que lo dejó sembrado para siempre en los corazones que fueron tocados por su don de gente y su sincera amistad.
Para aquella generación de periodistas, levantada entre los calores finales de la década del 70 y los primeros vientos del decenio de los 80, era muy común que durante sus pasantías en los diferentes diarios capitalinos, los jefes de las secciones deportivas enviaran a sus pichones a los campos de beisbol de El Valle.
"Anda a entrevistar a Graciano Ravelo, a ver qué te dice", solían decir aquellos que hoy serían conocidos con el nombre de "coordinadores".
Y los pichones de periodistas íbamos - libreta en mano - a ver el trabajo de Graciano en su propio hábitat: el campo de juego.
Aquellas visitas, lejos de representar un formal vaivén de preguntas y respuestas, se transformaba en interesante diálogo que iba más allá de las situaciones beisboleras. Habilmente, el personaje la desviaba hacia la propia sensibilidad humana, hacia el mensaje que tocaba la conciencia ciudadana, con la ayuda de batazos, atrapadas, bolas y strikes.
Maestro al aire libre
Detrás de las meras enseñanzas deportivas, Graciano hincaba el colmillo en la siembra de sólidos valores de solidaridad, compañerismo, lealtad y amor por la familia y el trabajo.
Huelga decir las veces que nos toparíamos en un campo de juego, previo a la hora del Play Ball, en el tiempo destinado para llevar adelante las entrevistas. Mas de una vez sirvió de puente a los periodistas para llegar a un pelotero, mientras cumplía funciones como coach bien fuera de Tiburones de la Guaira o Leones del Caracas.
En muchos de aquellos encuentros,llovían los saludos desde la tribuna, siempre con similar ritmo y cadencia:
"Graciano, esta es mi esposa y este mi hijo. Pronto te lo llevo para que también le enseñes... Como lo hiciste conmigo".
Y enseguida, luego de una sonrisa cómplice con el natural orgullo, esbozaba exultante:
"Oye, a ese muchacho lo formé yo. Tenía madera de pelotero, pero quiso ser médico. Me alegra haber contribuido en su educación".
Y es que Graciano fue eso: un maestro. Sí y de los buenos. Por aula tuvo las cuatro bases y el montículo. Y dentro del campo de juego enseñó los valores fundamentales para moldear ciudadanos de bien, hombres útiles a la Patria.
Su carrera
Graciano fue pelotero profesional. Oriente, Pampero y Tiburones de La Guaira fueron los uniformes que vistió como activista, en una carrera no tuvo matices resaltantes. Sin embargo, su grandeza vino después de colgar el guante y dedicarse a la enseñanza de la disciplina.
También desarrolló carrera como instructor en la pelota profesional: primero con los Tiburones de La Guaira y luego con los Leones del Caracas. Fue un consejero a tiempo completo de los peloteros y una voz de sensatez cuando alguno afrontaba problemas tanto dentro como fuera del campo de juego.
Como coach de tercera base fue un general y como director de tráfico, rara vez reventaron a algún corredor que enviara al plato. Llegó a ser mano derecha de mánagers como Preston Gómez y Charlie Lau, quienes dejaron huella en las Mayores y que pasaron por el timón La Guaira. Para quienes no recuerden a Lau, fue un coach de bateo que revolucionó ese aspecto del juego por los años 70.
Mánager campeón
Muchos no lo recuerdan, pero Graciano Ravelo fue mánager campeón en nuestra pelota. En la campaña 1970-71, los Tiburones contaban con un trabuco, encabezado -entre otros - por el jardinero José Cardenal y el receptor Paul Casanova.
Dave García, para entonces un hombre de edad pero con gran cartel en el Beisbol Organizado, estaba al frente del club. Al no generar los resultados esperados, Pedro Padrón Panza - propietario del club - decidió prescindir de García y nombrar al coach cubano Reinaldo Cordeiro, su relevo al mando.
Pero Cordeiro, quien tenía la costumbre de tener un palillo en su boca, un día se tragó el accesorio en un descuido, lo cual le generó un ataque de apendicitis.
La operación y posterior reposo, obligaron a PPP a buscar un tercer dirigente. Fue cuando designó a Graciano, quien llevó al club hasta la final, donde se vengó de los Navegantes del Magallanes, quienes en la 1969-70 se habían titulado a expensas del club litoralense.
Y así, Graciano llevó a los Tiburones a su primera Serie del Caribe, celebrada en el estadio "Hiram Bithorn" de Hato Rey, Puerto Rico, donde los Tigres del Licey iniciarían su hegemonía propia y la de República Dominicana en el clásico.
Pese a su éxito en aquella experiencia, Ravelo no se vio seducido por las ganas de volver a dirigir.Lo suyo era formar nuevos valores, tanto como peloteros como hombres de provecho.
Agradecidos
Tal vez el mayor orgullo de Graciano dentro del beisbol haya sido servir de mentor a Francisco Rodríguez, a quien quiso como un hijo.
El Kid, a través de mensajes en su cuenta de Tweeter, no ocultó la tristeza que le embargaba, con frases realmente sobrecogedoras.
En cada una, K-Rod agradecía lo mucho que Ravelo ha significado en su vida y nos dejaba ver un lado humano afectuoso, muy distante de aquel que por propias circunstancias del beisbol, aterroriza a los bateadores cada vez que se trepa sobre el montículo.
Sin duda, como sucede con el relevista, sus alumnos derraman lágrimas en tributo al maestro que a los 77 años debió marcharse, apremiado por un mal que no entiende de amistad, amor y bondad.
Hoy le evocan todos aquellos muchachos de su academia de beisbol, que un día comenzara con un equipo llamado Caballitos de Coche. Un semillero que no sólo incubó peloteros, sino hombres de bien. Triunfadores de la vida, en mucho gracias a los consejos que entre batazo y batazo, entre pitcheo y pitcheo, daba a manos llenas el viejo Graciano.
El maestro ha partido... Hasta siempre caballero y amigo.